Inversiones & Mercados - 15 de octubre de 2021

Cambio de marcha

La recuperación económica mundial no es un camino llano. Dado que cada país tiene su propio enfoque contra el coronavirus (desde la «tolerancia cero» a la «coexistencia con vacunas»), las economías se están reabriendo a distintas velocidades y continúa habiendo confinamientos temporales.
Sin embargo, el crecimiento económico ha vuelto y se mantendrá. Se sigue prestando atención a la política monetaria, y los bancos centrales empiezan a hablar cada vez más de cuándo empezar a reducir los estímulos, en cuanto estos no sean tan necesarios. Pero el endurecimiento monetario no será el punto de inflexión que puede parecer a primera vista. Incluso después de la prometida reducción de los estímulos (y las subidas de tipos ulteriores),continuará habiendo represión financiera, es decir, unos tipos reales negativos (tipos nominales ajustados por la inflación). Los rendimientos de la deuda pública seguirán muy por debajo de los niveles normalmente asociados a un rápido crecimiento. Esta recuperación económica sigue siendo atípica. Centrarse meramente en la política monetaria comporta el riesgo de ignorar otros cambios económicos y sociales importantes. La economía mundial cambiará de marcha de muchas maneras distintas, a medida que los gobiernos, empresas y personas se vayan adaptando a las nuevas realidades. Se observan ya muchas señales de ello a corto plazo, tales como los problemas de las cadenas de suministro mundiales (evidentes, por ejemplo, en los elevados costes de transporte y los problemas de suministro de los circuitos integrados). Deberemos asimismo adaptarnos en otros ámbitos. Las perspectivas anuales de este año se titulaban «Movimientos tectónicos» y apuntaban a que muchas tensiones estructurales de la economía mundial se observaban ya antes de la pandemia de coronavirus. Es relativamente fácil medir los desequilibrios en áreas como el mercado de trabajo y el incremento del endeudamiento público, pero algunos efectos menos cuantificables podrían ser más relevantes a largo plazo; por ejemplo, las implicaciones del plan de estímulo europeo para la integración europea. Las perturbaciones provocadas por la pandemia están dando asimismo una excusa para hacer ciertos cambios de marcha -fundamentales y deliberados- en aspectos sociales, como, por ejemplo, la priorización de China de la «prosperidad común» frente a un crecimiento rápido. Las nuevas prioridades de China, evidentes a través de los cambios normativos y el control de ciertos sectores (como el tecnológico y el inmobiliario) tienen ya implicaciones en la inversión. La necesidad de endurecer las medidas en materia medioambiental en todo el mundo impulsará seguramente también otros cambios importantes. Este proceso no ha hecho más que empezar.
La economía mundial está cambiando de marcha de muchas maneras y el proceso de adaptación continuará. Este entorno seguirá siendo favorable para los activos de riesgo, pero no hay que dejarse llevar por la euforia ni relajarse excesivamente.

¿Qué implicaciones tiene todo esto para los inversores? Aunque el entorno de inversión es complejo, vale la pena recordar dos cosas: la mayoría de economías están registrando un fuerte crecimiento y las políticas económicas (tanto monetarias como fiscales) seguirán siendo generalmente expansivas. Así, si bien numerosos parámetros pronto habrán tocado techo (por ejemplo, el crecimiento económico y los beneficios), este entorno debería seguir siendo favorable para los activos de riesgo como la renta variable, aunque las ganancias no sean tan espectaculares como en los últimos meses. En consecuencia, es muy posible que las vías de inversión alternativas en estos «activos reales», incluidas las menos líquidas (por ejemplo, a través de ‘Private Equity’ o ‘Venture Capital’), adquieran relevancia. En una situación en que muchos aspectos (sociales, económicos y corporativos) evolucionan, sigue siendo importante no dejarse llevar por la euforia ni relajarse excesivamente. Las actuaciones de los bancos centrales y de otros actores tendrán un impacto en los mercados y es posible que siga habiendo tensiones de política monetaria. También hay algunos riesgos geopolíticos evidentes (por ejemplo, dentro de Asia, o relativos a las relaciones entre Estados Unidos y China). A medida que la economía mundial vaya cambiando de marcha -de muchas maneras-, se generarán muchas oportunidades, pero las reglas de inversión siguen siendo las mismas: mantenerse innovadores y abiertos a los nuevos planteamientos, diferenciar entre los cambios temporales y los estructurales, y gestionar el riesgo de las carteras.

 

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