19 de noviembre de 2018

Brexit: el reloj corre en contra de Theresa May

Cerramos de nuevo una semana de sentimientos divergentes referidos al Brexit. El miércoles todo era alegría tras confirmar Theresa May y el negociador europeo Barnier que se había alcanzado un preacuerdo para la salida ordenada del Reino Unido de la UE. El acuerdo incluía además una solución de compromiso (a desarrollar en los próximos meses) sobre el espinoso asunto de la frontera entre Irlanda del Norte e Irlanda.

El jueves, sin embargo, llegaba una nueva decepción. La dimisión de 4 ministros del gabinete May, no convencidos por dicho acuerdo, abre ahora la caja de Pandora, o lo que es lo mismo, un hard Brexit, cuyas consecuencias serían, según la propia May, un desastre para este país.

¿Por qué es tan importante este acuerdo?

El Reino Unido votó en el verano de 2016 a favor de una salida de la UE (el llamado desde entonces Brexit). Dicha salida se producirá oficialmente el 29 de marzo de 2019. El objetivo del Reino Unido y la Unión Europea es que la salida sea lo menos disruptiva posible para ambas partes.

Tras muchas negociaciones, en diciembre de 2017 se llegaba a un primer acuerdo sobre temas claves, como la permanencia del Reino Unido en el Espacio Común Europeo hasta el momento de la desconexión total, el cumplimiento de los compromisos presupuestarios de este último país con la UE hasta dicha desconexión, y los derechos de los ciudadanos del Reino Unido residentes en la UE tras el Brexit (y viceversa). Se acordó también la existencia de un periodo transitorio (hasta diciembre de 2020), durante el cual el Reino Unido se mantendría en la Unión Aduanera para así dar tiempo a formalizar cómo será la relación comercial entre las partes de cara al futuro (en octubre de este año se ofreció por parte de la UE la posibilidad de alargar este periodo transitorio hasta diciembre de 2021). Quedó pendiente, sin embargo, la definición de la futura frontera comercial entre Irlanda del Norte e Irlanda. En el acuerdo alcanzado esta semana entre May y Barnier, parece que también hay avances en este escollo final.

El problema viene ahora con la necesaria aprobación de este acuerdo por ambas partes. En el Reino Unido, debe ser aprobado por el parlamento, y en la UE, por el Consejo Europeo (al que se ha convocado a cierre de noviembre) y también por todos los parlamentos nacionales. Los primeros problemas han surgido ya, como hemos visto, en el Reino Unido.

May se enfrenta a la presión no sólo de la oposición laborista, sino dentro de su propio partido. Los conservadores euroescépticos no quieren hacer concesiones que impliquen la pérdida de soberanía nacional británica (en relación a Irlanda del Norte), ni tampoco quieren mantenerse en el Espacio Común Europeo (que implica liberta de movimientos  financieros, bienes y servicios y personas) durante más tiempo del estrictamente necesario. Son precisamente los ministros euroescépticos los que han dimitido esta semana.

Pese a la crisis política abierta en las últimas horas, el escenario base de los analistas DB es que finalmente el acuerdo será ratificado por el parlamento británico, y también por el Consejo Europeo. No obstante, no será un camino fácil. Theresa May podría enfrentarse en primer lugar a su propio partido, si finalmente 48 parlamentarios del mismo solicitan una moción de confianza con el fin de poner un nuevo líder al frente de la mayoría conservadora. Dicha moción sería exitosa si May no consigue el apoyo por mayoría simple (es decir, más de 148 diputados votan en contra de ella), difícil hoy en día, aunque perder ya entre 120-130 votos podría suponer su dimisión voluntaria.

Además, incluso aunque consiga conservar su liderazgo en el partido conservador, podría verse sometida a una moción de confianza en el parlamento. La oposición laborista podría de hecho aprovechar la debilidad de May para realizar la misma e intentar situarse en el poder. Sin embargo, para ello necesitaría no sólo la retirada actual del apoyo al gobierno conservador del partido unionista (DUP), sino que además gran parte de los parlamentarios conservadores tendrían que votar también en contra de May, algo que parece poco probable.

Lo más probable, por lo tanto, es que Theresa May consiga mantenerse, y el parlamento finalmente apruebe el acuerdo. El escenario alternativo, una salida de la UE desordenada el 29 de marzo de 2019, es tan negativo, que May apelará al mismo para conseguir la aprobación.

Mientras tanto, podremos ver repuntes de la volatilidad al son de las noticias que vayan surgiendo sobre este tema. El futuro más allá del 29 de marzo del próximo año sigue siendo incierto. El Reino Unido debe decidir cómo quiere que sea el nuevo marco de relación con la UE. Podría, como Noruega, no estar en la UE pero sí mantenerse en el Espacio Común Europeo. Una opción que, a día de hoy, parece poco probable, pues implicaría mantener las cuatro libertades, incluida la movilidad de personas, algo muy cuestionado por la ciudadanía británica. En el otro extremo, tendríamos una relación “a la canadiense”, o lo que es lo mismo, una relación de tercer país, con un acuerdo comercial bilateral entre el Reino Unido y la UE, que mitigue el control de fronteras.

Por último, aunque se especula mucho con la posibilidad de un nuevo referéndum, la probabilidad que actualmente los analistas de DB asignan al mismo es muy reducida. No queda mucho tiempo, y tampoco está claro qué se preguntaría... ¿Si/no al acuerdo? ¿Salida o no de la UE?

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