6 de marzo de 2019

El Covid-19 castiga a la economía mundial.

La extensión del coronavirus sigue. Corea, Irán e Italia son los países donde parece que la expansión es mayor fuera de China, pero el impacto económico se deja notar ya en todo el mundo. Los inversores temen una recesión mundial ante la paralización de gran parte de la actividad económica, y como consecuencia, los mercados tiemblan. La bolsa americana sufría en la última semana de febrero la caída más rápida de su historia, al perder en tan sólo 6 sesiones más de un 10%. Las bolsas europeas, incluido la española, también han cerrado el mes de febrero con abultadas caídas. Aunque en los primeros días de marzo hemos visto algunas subidas, la incertidumbre de fondo persiste.

Mientras, los gobiernos y los bancos centrales ponen manos a la obra para intentar paliar los efectos económicos de la enfermedad, que podría llevar a la economía mundial a caer en recesión en este primer semestre de 2020. Tres grandes bancos centrales (el de Australia, el de EEUU y de Canadá) han decidido rebajar los tipos de interés durante esta semana, y crecen los rumores sobre una intervención concertada de todos los bancos centrales en caso de que las medidas de contención se eleven paralizando la actividad económica mundial.

No todo, sin embargo, son malas noticias. Los datos más recientes de China muestran que la actividad empieza a recuperarse en la mayor parte del país, gracias a la progresiva caída de nuevos casos reportados, que en su mayoría siguen estando en la provincia de Hubei (donde viven más de 30 millones de personas). Si no se produce una segunda oleada de la enfermedad debido a una mutación del virus, China podría volver a producir al 100% de su capacidad en primavera. Esto implica que se repetiría la historia de este tipo de crisis sanitaria: la actividad cae bruscamente mientras se extiende la enfermedad, pero rebota con fuerza cuando se estabiliza. En el caso de China, esto implicaría una caída del crecimiento de entre el 1,5% y el 2% anualizado en el primer trimestre, para luego rebotar cerca de un 12% en el segundo trimestre de este año, con lo que en el conjunto del año el efecto económico sería en total de 0,5 puntos porcentuales (China crecería un 5,5% vs. 6% previsto anteriormente). 

En el resto del mundo, la epidemia ha llegado más tarde, y por tanto es previsible que sus efectos persistan también durante el segundo trimestre del año. Tendríamos así una recesión técnica en las economías ya debilitadas antes de la llegada del coronavirus, como Europa y Japón, durante la primera parte de este 2020, crecimiento cercano al 0% en EEUU en dicho plazo, y una rebote de la actividad en la segunda parte del año. Bajo este escenario subyace el supuesto de que el virus se estabiliza en primavera (pese a que siga habiendo contagios) y también, el supuesto de que los gobiernos y los bancos centrales sigan imponiendo medidas de estímulo, con especial relevancia de la política fiscal. Esto es especialmente importante en la Eurozona, donde el margen de actuación del BCE es ya limitado, y donde ya antes de la llegada del coronavirus existía un llamamiento por parte de su presidenta, Christine Lagarde, para que los países con margen de maniobra fiscal utilizaran la misma. Ahora parece que incluso en países sin margen fiscal, como Italia, se permitirá una cierta relajación fiscal.

En resumen, estamos ante una crisis sanitaria que llevará previsiblemente a la economía mundial a entrar en recesión en este primer semestre de 2020. No obstante, si hacemos caso a la historia, esta paralización debería venir seguida de un rebote importante de la actividad en la última parte del año. Mientras tanto, cautela, los mercados pueden mantener la inestabilidad.

Disclaimer:
Centro de Inversiones DB: Rosa Duce, Economista Jefe en Deutsche Bank
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Fuentes: Elaboración propia Deutsche Bank.
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