Educación financiera - 09 de diciembre de 2021.

¿Hipoteca fija o variable?

Contratar una hipoteca supone una decisión compleja por la cuantía de la operación y la larga duración del compromiso para devolver esos fondos, factores a los que se une la existencia de un amplio abanico de posibilidades. Sin embargo, y pese a su amplitud, esa gama puede resumirse en dos grandes bloques: las hipotecas fijas y las hipotecas variables, las ventajas de cada una de las cuales vamos a explicar en este artículo.

Las hipotecas se componen de tres factores a partir de los cuales se calculan las cuotas mensuales:

  • el capital, que es el dinero que el banco presta a su cliente.
  • el plazo de amortización, que es el tiempo que se acuerda para devolverlo.
  • el interés, que es un dinero adicional que se debe devolver al banco por el capital prestado.

La diferencia fundamental entre la hipoteca fija y la variable se encuentra en el tipo de interés: en la primera no varía desde que se paga la primera cuota hasta que se liquida la última, mientras que en la segunda dependen de la evolución de un índice, normalmente el Euríbor del Banco Central Europeo.
Existe una tercera opción que combina las anteriores y que se denomina hipoteca mixta, en ella se aplica un interés fijo durante los primeros años y otro variable a partir de entonces.

Tanto la opción fija como la variable pueden ofrecer ventajas o desventajas en función de la situación financiera y la tolerancia al riesgo de quién la contrata. Por eso, para elegir el tipo de hipoteca que mejor se adapte a nuestras necesidades, es importante informarse de la manera más completa posible acerca de cómo funciona cada una de ellas antes de la toma de decisión.

La principal característica de la fija es la seguridad, la estabilidad en los pagos, ya que el interés se mantiene en el porcentaje acordado con independencia de que los índices de referencia puedan variar y la cuota no cambia. Se sabe siempre lo que se va a pagar, en el presente y en el futuro, algo que, al conocerlo de antemano, facilita la planificación de la economía familiar.

Con la hipoteca fija se evitan las revisiones periódicas del tipo de interés que se aplican al capital pendiente de amortizar.
Lo más habitual en la hipoteca variable es utilizar como índice de referencia el Euríbor. Lo establece el Banco Central Europeo (BCE) y se encuentra en los niveles más bajos de su historia tras marcar citas negativas desde febrero de 2016. No obstante, lleva meses con una ligera tendencia al alza que, de mantenerse, provocará un aumento de los intereses que se pagan. La mayoría de los índices atraviesan una situación similar.

Las cuotas de las hipotecas variables se revisan cada cierto tiempo, normalmente cada doce meses, al alza o a la baja según varíen los índices a los que estén referenciados.

Habitualmente la hipoteca variable tiene un interés ligeramente más bajo (entre un 0,4% y un 0,7% en el último año) que la fija, la cual, por su parte, como hemos comentado anteriormente carece de exposición a las variaciones de los índices.

En ambos modelos se pueden aplicar bonificaciones por domiciliar la nómina, utilizar tarjetas de crédito de la entidad que la concede, domiciliar recibos o contratar otros productos financieros.

En cualquier caso, la hipoteca perfecta será en función de la adecuación entre lo que ofrecen las entidades financieras y las circunstancias e intereses de quién la solicita.

¿Cuál es la tendencia actual?

A lo largo de la última década se ha venido imponiendo con claridad la variable, que sumaba más del 90% de las operaciones hasta principios de 2016. A partir de entonces, la diferencia entre ambas se fue estrechando con rapidez: a finales de ese año la fija ya suponía el 35% del total y a principios de 2020 estaban igualadas. Al acabar ese año comenzó a abrirse una brecha que ha llevado a que apenas un tercio de las que se contrataron a partir de julio de 2021 son variables.

Antes de tomar la decisión, para lo que siempre es recomendable consultar previamente con un gestor de la entidad financiera, se debe, además de tener presente el valor de la vivienda, revisar la situación económica, laboral y financiera; es decir, tener claro el patrimonio y los ahorros de los que se dispone, calcular los ingresos mensuales y la estabilidad del empleo o del negocio del que se vive y, a partir de ahí, determinar si la compra es viable y cuánto dinero se puede dedicar al pago de la hipoteca.

En resumen, la hipoteca fija resulta más apropiada cuando se prefiere la seguridad y la estabilidad que ofrecen las cuotas constantes, mientras que la variable puede ser más recomendable si se quiere disponer de más tiempo para amortizarla y no se tienen problemas con los cambios del interés.


 

Fuentes

https://clientebancario.bde.es/pcb/es/menu-horizontal/productosservici/relacionados/tiposinteres/guia-textual/tiposinteresrefe/tipo_referencia_oficial_mercado_hipotecario.html
https://clientebancario.bde.es/pcb/es/menu-horizontal/productosservici/relacionados/tiposinteres/guia-textual/tiposinteresrefe/tabla_tipos_referencia_oficiales_mercado_hipotecario.html
https://ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=24457#!tabs-tabla

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