ESG - 16 de diciembre de 2021

Movilidad inteligente: así se puede invertir en el futuro de las ciudades sostenibles

Las grandes capitales mundiales han iniciado una transformación que abraza la sostenibilidad y en la que la movilidad inteligente juega un papel crucial. ¿Cuáles serán los sectores más afectados? ¿Dónde merece la pena invertir? El nuevo informe CIO Special de Deutsche Bank apunta algunas respuestas.

Los ejemplos se suceden y no parece haber marcha atrás. Copenhague ha desplegado casi 400 semáforos inteligentes que priorizan las bicicletas y los autobuses públicos, Chicago ha reemplazado casi 300.000 farolas para que las nuevas consuman un 75% menos y Helsinki lleva años promoviendo una aplicación móvil que permite planificar y pagar todos los medios de transporte de la ciudad (tren, taxi, autobús, coche compartido o bicicleta compartida) para que la gente no use sus propios coches. Los servicios se pueden abonar sobre la marcha o mediante una suscripción mensual.

Las ciudades que han iniciado una transformación sostenible también se toman muy en serio la revisión de sus sistemas de transporte. Al fin y al cabo, los automóviles y camiones convencionales contribuyen significativamente a la contaminación a través de las partículas que emiten (CO2, NOx, SOx). Además, si se trata de combinar la sostenibilidad con el crecimiento económico, hay que recordar que, según la Organización Mundial de la Salud, los atascos pueden reducir entre un 2% y un 5% el PIB nacional debido a la pérdida de tiempo, el consumo adicional de combustible y el aumento de los costes de hacer negocios.

  • La movilidad inteligente es la alternativa de las ciudades que abrazan la sostenibilidad a los sistemas de transporte que tienen actualmente. Y el nuevo informe CIO Special de Deutsche Bank destaca entre sus ejes principales los avances hacia la electromovilidad (vehículos eléctricos), la conectividad (que incluiría soluciones de conducción autónoma) y la movilidad compartida.
  • Los vehículos eléctricos se están viendo favorecidos por la regulación, que desincentiva los motores más contaminantes y establece objetivos de reducción de emisiones, el desplome de los costes de fabricación (las baterías se abaratan y estos coches tienen menos componentes que el resto), la mayor eficiencia energética (consumen un tercio menos de energía que el resto de los vehículos), el despliegue de las electrolineras o el desarrollo de la internet de las cosas (los automóviles más avanzados ya disponen de más de 100 sensores a bordo, que generan varios gigabytes de datos por hora).

Según el informe de Deutsche Bank, este desarrollo de la internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés) tiene dos vertientes. La primera es que, una vez que se integren los datos que generen los vehículos con los de las infraestructuras urbanas (las cámaras de los semáforos, por ejemplo), se podrán reducir la congestión y los accidentes. Las redes 5G podrían ser claves, porque permiten una latencia más baja, una mejor confiabilidad y un mayor rendimiento para adaptarse a velocidades de vehículos más rápidas y mayores demandas de datos.

Y la segunda vertiente de esta implantación de la IoT es que, en una vez que los coches se comuniquen fluidamente entre sí y con las infraestructuras viarias, habremos dado un paso de gigante hacia la conducción autónoma. La industria de los vehículos autónomos está creciendo exponencialmente, y algunos pronósticos sugieren que el mercado podría alcanzar un valor de más de 65.000 millones de dólares en 2027.

La movilidad compartida, como indica el informe de Deutsche Bank, es el tercer eje de la transición hacia la movilidad inteligente que estamos presenciando en las ciudades, y su facturación mundial supera ya los 60.000 millones de dólares, según McKinsey. Este tipo de movilidad incluye desde coches compartidos, dos ruedas compartidas y trayectos compartidos, hasta viajes compartidos en tiempo real, autobuses, camionetas comunitarias o transporte a demanda (como los taxis compartidos).

Inversión y compromiso

¿Pero cómo se pueden comprometer los inversores con esta gran oleada transformadora? La respuesta más obvia es que deben posicionarse en los sectores más afectados… ¿pero cuáles serán?

Parece claro que la fabricación de vehículos eléctricos y autónomos y sus componentes (incluidos los que permiten la conectividad y harán posible la conducción autónoma) forma parte indispensable de esta transformación. Cabría añadir, igualmente, los equipos de las infraestructuras urbanas que se comunicarán con los coches y les permitirán repostar, sí, pero también los de aquellas infraestructuras de producción y distribución de electricidad mayormente renovable.

De todos modos, como advierte el informe CIO Special de Deutsche Bank, para evaluar el impacto total de la movilidad inteligente y aprovechar sus oportunidades de inversión, hay que mirar más allá de los sectores que recibirán el impacto directo de esta oleada transformadora, que afectará, más indirectamente, a aspectos como el avance rápido de 5G, la administración de recursos, la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la economía azul (a través de la extracción de minerales) y el segmento ESG en general.

Como se ve, la inversión y el compromiso con la sostenibilidad van sólidamente alineados en la gran transformación de las ciudades en general y, más en particular, de su apuesta por la movilidad inteligente. En definitiva, hacer posibles los sectores que impulsarán la electromovilidad y los medios de transporte autónomos o compartidos no solo es una forma de conseguir rentabilidades potencialmente interesantes, sino también de mejorar la vida en las ciudades y en el planeta.

Fuentes

https://deutschewealth.com/en/our_perspective/cio-specials/smart-mobility-transportation-reinvented.html
https://www.mckinsey.com/industries/automotive-and-assembly/our-insights/the-irresistible-momentum-behind-clean-electric-connected-mobility-four-key-trends
 

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