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QUÉ ES EL “SPREAD”
El término “spread” se refiere a la diferencia en el rendimiento que espera un ahorrador por invertir su dinero en un determinado activo (con cierto riesgo inherente) respecto a invertirlo en un activo libre de riesgo. Esta diferencia en el rendimiento esperado se denomina “spread”, o diferencial en español.
Al tener en consideración un spread debemos tener en cuenta qué estamos considerando como activo libre de riesgo, y éste puede variar dependiendo de la tipología de inversión que estemos considerando. Por lo general, a la hora de construir una cartera se suele tomar como activo sin riesgo los activos monetarios (por ejemplo, los depósitos). Sin embargo, cuando hablamos del mercado de deuda, se suele considerar como activo refugio los bonos del Estado alemán por considerarse estos últimos el activo más seguro de entre todos los bonos del Estado europeos.
Cuando comparamos distintos bonos de gobiernos, el “spread” o diferencia de rentabilidad entre los bonos a 10 años de un Estado europeo y los del Bund alemán a 10 años se denomina “prima de riesgo”. En los momentos álgidos de la crisis de deuda, en verano de 2012, la prima de riesgo española llegó a superar los 700 puntos básicos, es decir, que España se financiaba en esos momentos en sus emisiones a 10 años un 7% por encima de lo que lo hacía Alemania, simplemente por las dudas sobre la sostenibilidad de la zona euro existente en esos momentos. Actualmente, la prima de riesgo española está en niveles mucho más bajos (por debajo de los 150 pb.), lo que significa que los inversores extranjeros vuelven a confiar en nuestro país y exigen por tanto rentabilidades mucho más bajas a nuestro gobierno en sus emisiones de deuda.
Al igual que los Estados, también las empresas se financian en los mercados vía emisión de títulos de deuda. Evidentemente, no todas gozan de la misma salud financiera, por lo que representan un riesgo más alto o bajo en función de ello. Las agencias de rating son las responsables de valorar dicha salud financiera (también lo hacen para los gobiernos), de forma que a una empresa de alta calidad, con un negocio solvente y con una alta capacidad de pagar sus compromisos de deuda le otorgan el rating más alto (AAA), y esto les permiten tener un “spread” respecto a un activo libre de riesgo (generalmente el bono del Estado) mucho más bajo. Mientras, las empresas con calificación más baja (por debajo de lo que llamamos Grado de Inversión, y con un rating inferior a BBB-) suelen ofrecer un spread mucho más alto, lo que implica que si bien ofrecen una rentabilidad mucho más alta, también implican la asunción de un riesgo mucho mayor.